lunes, 21 de septiembre de 2009

Poema

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Dicen que se colgó de un reseco árbol.
Arrepentido, dicen, arrojó la bíblica
recompensa sobre el tomillo y la aulaga
que malcrecían bajo sus gastadas sandalias.
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Otra versión, apócrifa, narra los hechos
de forma disparatada. Que él fue el eróstrato
de los judíos, y que no fue un beso sino dos.
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Yo creo que no hubo tal muerte, y que él
vivió muchos más años, en el anonimato,
perplejo y casi arrepentido. Una promesa
se hizo a sí mismo, sin embargo, y fue
que el siguiente beso lo daría sin amor ni odio
pero que tampoco sería un nuevo beso de Judas.
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1 comentario:

josecarceles dijo...

Judas: te digo lo que dijo mi admirado dramaturgo de Di Profundis: "No voy a dejar de hablarle sólo porque no me esté escuchando. Me gusta escucharme a mí mismo. Es uno de mis mayores placeres. A menudo mantengo largas conversaciones conmigo mismo, y soy tan inteligente que a veces no entiendo ni una palabra de lo que digo." A mí también me gusta escucharte sin entenderte. Seré uno de esos lustrados, sin i, que será prefijo negativo en este caso.