martes, 11 de mayo de 2010

Martes 11

.
Con el incansable Bioy. Releyendo alguna cosilla del último Cioran ('Desgarradura'). New York mining disaster, de los Billis. Como la tarde, una eterna e incomprensible melancolía. No merecida y hasta culpable; no feliz pero sí autosatisfecha. Muy occidental.
.
Sobre la irremediable e inacabable lucha entre la lucidez y la vida. Sobre sus relaciones inversamente proporcionales. Con el fatal y engañoso añadido de que a la vida más plena, la menos consciente, le es propio todo avance material y espiritual. Onto y filogénesis. Cuando por agotamiento o enfermiza conciencia se alcanza el sentido de toda individualidad se comprende el no ser sustancial y la fatuidad de lo vivido y por vivir. Un eterno retorno de lo igualmente vacío. Porque la verdad verdadera, dice Cioran, no está menos vacía que las demás, pero es consciente de ello.
.
Ironía. La idiosincrasia de los poetas. Que confunden lo último (la sin salida original de todo) con lo primero. Metaironía. ¡Juegos de palabras de filósofos frustrados! La identificación de lo último y lo primero sólo resulta errónea si crees haber alcanzado un 'último' fantástico e hipertrófico.
.
Pregunta retórica. ¿Es posible una doble verdad, la de vida y la de lucidez a un tiempo? Lo siento, es cierto y evidente, perdona mi lamentable lapsus y haber olvidado a los ínclitos Ortega y Gasset. Santa satisfacción.
.

No hay comentarios: