martes, 25 de mayo de 2010

Martes 25 (2)

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Tarde extraña, hablando de libros. Muy sin sentido. Más calma, me digo. Relee, piensa, pasea... que no te trague el laberinto mal construido de tus entrañas. La quietud de la tristeza, de la melancolía que es sabia y se ríe de sí con una mueca, una media sonrisa, de sepulturero, que dijo aquél.
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De Pavesse:
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¿Qué le diremos esta noche al amigo que duerme?
La palabra más tenue nos trepa a los labios
desde la pena más atroz. Miraremos al amigo,
sus inútiles labios que no dicen nada,
hablaremos en voz baja.

La noche tendrá el rostro
del antiguo dolor, que resurge cada tarde,
vivo e impasible. El silencio remoto
sufrirá como un alma, mudo, en lo oscuro.
Hablaremos a la noche, que respira en voz baja.

Oiremos cómo gotean los instantes en lo oscuro,
más allá de las cosas, en el ansia del alba,
que llegará súbitamente tallando las cosas
contra el muerto silencio. La luz inútil
revelará el rostro absorto del día. Los instantes
callarán. Y las cosas hablarán en voz baja.
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