martes, 18 de mayo de 2010

Martes 18

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Tarde perdida, como si dijéramos, entre cafés y conversaciones varias, de temas dispersos y nada 'humanos'. Una servilleta en borrador, que ahora me parece inservible...
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A trabajar un poco lo de Ortega, a perdonanerle los pequeños trucos de magia. A perdonarle su 'claridad' barroca y desorientadora. No lo digo yo, sino Borges (bueno, que dice Bioy que dice Borges):
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"Borges me dice que pueden distinguirse dos maneras de escribir mal. Una, por descuido, que no tiene mayor importancia; por ejemplo, el modo como están escritos muchos libros de filosofía y de tema científico. Otra, por una perversión del gusto del autor; por ejemplo, cuando Ortega y Gasset llama a las mujeres de los tribunales de amor provenzales 'hembras civilizadoras'. Borges: '¿Por qué hembras? ¿Por qué civilizadoras? Quería exhibir sus conocimientos etimológicos.' Baroja dice que 'Ortega' está bien, pero que lo de 'Gasset' es demasiado catalán y que desconfía de los productos de la firma Ortega y Gasset."
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No termino de creer que Ortega sea un gran pensador. Me parece pueril eso de distinguir entre 'deformar' y 'seleccionar' (sin deformar). Tampoco es muy riguroso el identificar el escepticismo y relativismo nietzscheano con la pura animalidad y antirracionalidad desmedida... O aquello de santificar (confundiendo lo último con lo primero) la necesidad biológica por la verdad con la Verdad, concepto este, en mi opinión vacío y absolutamente relativo. En fin, cosillas sin importancia.
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A escribir unas líneas para la oficina sobre 'El tema de nuestro tiempo': insuflar vida en los santos y platónicos conceptos supremos... ¡como si sólo anduvieran un poquito pachuchos y desinflados, y no rotos para siempre en el fondo del alma! No confundamos la utilidad, e incluso la necesidad, con la Verdad. No hagamos del vicio virtud.
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