Ya voy por la mitad del libro y sigue sin convencerme. Lento y poco claro. Retórico en el mal sentido. Su uso confiado, y a demás a su modo, de los datos de la ciencia me lo asemejan a un teólogo. ¡Sólo es capaz de responder a aquello para lo que hay pregunta científica; pura teología y satisfacción! El Punset sobre la felicidad. Aún no sé a qué se refiere. Da a los conceptos significados ad hoc; ¡pura psico pedagogía! Algunas ideas poéticamente interesantes se le pueden entresacar.
"La progresiva consolidación de la Tecnosfera [el desarrollo tecnológico] ha permitido a los humanos transformar su modo de vida, pero no su sistema emocional... El cambio mental [racional tecnológico] atenta contra las convicciones emotivas asentadas a lo largo de miles y a veces millones de años."
Supongo... me suena al cazador frustrado del que nos hablaba D.Morris. ¡Estos cientificistas acabarán haciendo poesía! Más interesante es su teoría de que es más fácil el control de la amigdala sobre el neocortex que de éste sobre ella. Quiere decir, que las corazonadas y lo sentimental determinarán con más probabilidad nuestros pensamientos y acciones que la propia evaluación lógica de la situación. Ya lo sabía. Sin voluntad y sentimientos la razón es incapaz de decidirse y ni siquiera de tomarse a sí misma en serio. Pues claro. Se remite Punset a estudios neurofisilógicos y a Golemann.
Otra cosilla, para mi gusto más interesantes: la 'tristeza maligna' (el 'vacío existencial') como fruto de un cerebro constitutiva e inevitablemente insatisfecho. El cerebro conoce siempre indirectamente 'la realidad', pero lo grave es que la idea que sobre ella se hace es siempre más perfecta (abstracta) que la realidad misma: un cerebro siempre defraudado. Un alma que es incapaz de contentarse aunque nada desee. Esto me gusta más.
jueves, 8 de mayo de 2008
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