sábado, 4 de abril de 2009

Monterroso

Las obras literarias excesivamente largos (con más de 20 ó 25 páginas, pongamos) son una falta de educación hacia el lector que pacientemente deberá aguantar tan descomunal perorata. También es cierto que en ocasiones tal descotesía se agradece sobrehumanamente. Jocosamente, dice Monterroso, esto demuestra la distancia entre la ética y la estética.

El miedo al vacío, el miedo a la diversidad, manifestaciones de la misma inseguridad o de la innata necesidad de no pensar en absoluto...

Leer a Kafka bajo estas dos premisas, exclusivamente: siempre en primera persona, y siempre en clave cómica. Sí, pero la comicidad, la ironía, es signo de una profundidad indecible.

El artista moderno es la versión moderna, la tautología es necesaria, del santo. Es el sufridor por antonomasia y quien más cerca de lo indescifrable se halla. Verdad evidente, pero que si la llevamos hasta el extremo nos muestra la triste indigencia -infantilismo y terquedad- de lo humano en cualquiera de sus posibilidades...

"La palabra 'diario' suscita en muchos la misma reacción que la palabra 'autobiografía' o la palabra 'memorias'. Entre nosotros todas tienen lago de descaro, cuando no de impudicia y tabú, y los colegas (quienes nos deberían importar menos, pues como tales son compresivos y generosos, siempre, claro, que uno no se muestre demasiado) reaccionan ante ellas con hostilidad, y cuando te sonríen en realidad lo que están haciendo es mostrarte los dientes." (Monterroso, 'La letra E' p.71)

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