sábado, 4 de abril de 2009

Sábado 4

¿Tan difícil es de decir?:
Estoy bastante vacío -más de lo que las palabras sugieren- y más real que yo es mi sombra cambiante y menguada; todos mis esfuerzos -me refiero al lenguaje y al sexo- sólo dicen una parte inexacta de mi ser. No sé si la más importante (sic) o la más necesaria o la más simple y fácil a la que por comodidad y miedo me he acostumbrado. Desconozco el valor y la autenticidad de esta confesión. Descreo firmemente de la Literatura, y en especial de sus sofisticadas especialidades de la filosofía y la autobiografía.

Sombra, dícese: la mendaz memoria y la ciega esperanza; también las reacciones que en tu interacción con los demás aprecias (siempre a posteriori) y escasamente en tus lecturas y poemas. Dícese de la intimidad más extraña y fría. Tu otro yo, el decible y cuantificable, es un pálido reflejo de la sombra; un artificio consolador que escasamente da consistencia a lo que no puede tenerla.

Tan simplificador y erróneo es dar a la sombra valor universal como suponerla rabiosamente particular; el mismo sentido tiene decir que es el Ser que la Nada. Más bien se trata de encontar la pregunta adecuada a la evidente respuesta de, al menos, mi existencia.

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