sábado, 25 de abril de 2009

Sábado 25

En los bajos de la intrahistoria. Perdido entre la burocracia del cuerpo y el entorno, sin un libro o un poema como escudo. Papini, a buen ritmo (pero superficial, y sé que la culpa no es de Papini); Ortega, la más estúpida y pesada losa (irremediable, sin embargo, pues lo demandan mis congéneres); un tal E.E. Schmitt, 'La secta de los egoístas': un título magnífico y tierno pero una novelilla insuficiente. La idea no está mal, remontarse de libro en libro inencontrable hasta el año 1700 para descubrir una extraña personalidad, evidentemente borrada de la historia oficial. Más parece un borrador de la novela que ésta propiamente.

A otros asuntos (pero que son el mismo). Desánimo, vergüenza (de avergonzado) por mi debilidad y falta de empeño. Abajo de la vergüenza, sin embargo, dormita la culpa eterna. Necesito dormir una semana seguida; hace mucho tiempo que el insomnio (leve o moderado) no me resulta productivo.

Exiliado de mi exilio. En sentido geográfico -he tenido que actualizar mi pasapiorte para poder volver a M.- y en sentido anímico; ¿dónde, en qué sofisticada imaginería puedo estos días ocultar mi alma tonta, de viejo decrépito, oportunista y engreído?

España, tan cercana al África y a la prehistoria, debería permitir, incluso obligar, la poligamia. Que fuese posible leer dos o tres o cuatro libros a la vez. Quizá así, don Juan de los laberintos de la inteligencia, sacáramos tiempo (dejándolo de perder) para eso tan difícil de la vida y el mundo de las Ideas.

El análisis es la perdición de la inteligencia, y a la postre el más oscuro y esclavizador irracionalismo (el que no se autoexperimenta conscientemente): ¿qué se encuentra siempre al final de la reducción inteligente de cualquier idea o situación? Nada. La verdad indiscutible e incomprensible de la vida. Qué hace la mente analítica en este momento: presa del pánico cae indefensa en las leyes de los correcto, sea el sentido común o la tradición moral o religiosa. No entiende y sufre el analítico que a su honestidad intelectual, que a su frío e inteligente proceder, no le corresponda al final como premio la 'cuadratura del círculo' y un alma beatificada.

En el cultural de ABC. La correspondencia entre Zweig y Hesse. Tan apeteciblecomo las cartas de Nietzsche de 1888; ¿colapso, locura, vaciamiento, lógica infernal del cristiano y platónico infierno occidental? Ermitaño de su tiempo, víctima de su tiempo.
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Feria del libro. Casi sólo feria. En M. 10 euros. 2 libros, los dos sobre José Ortega, sobre su vuelta agradecida (el gusto fue mútuo) al redil franquista. 'Ortega y Gasset y los orígenes de la transición española' (sic) de Abellán. 'Ortega, padre de la República, vualve a la España franquista', de Justino Sinova en un volumen colectivo sobre el franquismo (con DVD del NoDo del 45 incluido; que indudablemente es preferible a la oferta presente). La culpa no es suya, lo reconozco, sino de estos faranduleros sin escrúpulos, pero José Ortega, filósofo universal, es una tomadura de pelo.
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De José Ortega, del discurso del 4 de mayo en El Ateneo, a su regreso voluntario a España tras su periplo luso americano:
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"... De lo que es la política -no de cuál es la buena o la mala, cosa que está todavía por discriminar- tenemos mucho que hablar, ustedes, jóvenes, y yo, viejo. ¿Cuándo? No sé; un día entre los días. Porque, sabedlo: tenemos que vernos las caras (...) Después de una etapa de angustias, España tiene buena suerte. A pesar de ligeros nubarrones, España tiene ante sí despejado el horizonte, el horizonte histórico, que hoy es universal y superlativamente problemático. Hay en el mundo que hacer y que saber hacerlo. Pero mientras los otros pueblos están enfermos, el puebloo español, lleno de defectos y malos hábitos, ha salido de esta etapa con sorprendente salud." ¡Qué bella prosa!

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