sábado, 11 de abril de 2009

Sábado 11

Qué le vamos a hacer. El día no se presenta mejor ni peor. Aquí con el viento fuera buscando una esquinilla para terminar 'Amras'. Bernhard en estado puro, aunque en ocasiones más farragoso, o quizás sólo que supone unas claves autobiográficas (las del lector) en estos momentos inasumibles. No por falsas sino por absolutamente verdaderas. Dolor físico, libros leídos, cierta honestidad intelectual paralizante... y a la base de todo ello el organismo malogrado. Tal vez, pero carece de importancia, por el ambiente y la historia de su familia, cultura, nación, civilización, y demás etcéteras ficticios. El suicidio como posibilidad e imposibilidad, al margen y antes de la libertad, la felicidad, y otras baratijas adormecedoras. El ser biológico desnudo ante el hecho de la propia existencia totalmente y definitivamente paralizada. Adentro del ser resuenan asesinos los ecos del afuera demoledor. Un gran circo, una gran fábrica de productos inservibles, un gran cementerio, más repulsivo cuanto más solemne, o una inmensa biblioteca de páginas en blanco.

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