Amar (pensar, escribir...) sin esperar nada a cambio... qué difícil fórmula de la libertad y la individualidad. ¿Nada? ¡Nada platónico, absoluto y eterno! Pero, ¿acaso existen realidades tan inmaculadas y perfectas? ¿Perfectas?
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Pensar menos y escribir más. Leer, como siempre (quizá un poco mejor, con más paciencia y ensimismamiento). Pensar menos y ser tú mismo más y mejor. La reflexión vendrá sola, y sin tanto aditivo truculento.
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Hacer, no hacer, deshacer... opciones de lo mismo. No hay remedio ni solución. ¡No hay problema! ¿No lo hay? Bendita juventud. Sí lo hay... Nietzsche fue un jovenzuelo genial que no quiso ver la verdad de su verdad.
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La trampa también consiste en creer que si sabe que hay trampa es suficiente para que deje de haberla... o al menos creerte en el derecho de sentir que ésta tiene algún valor o sentido. No hay héroes ni dioses, sólo hombres y bestias.
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jueves, 30 de julio de 2009
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