La cobardía es un callejón sin salida. La culpabilidad, el tiempo que transcurre y la imposibilidad de otro camino. El deseo y la negación de otra opción. Es lo fácil. lo sé, pero también es el más infernal de los laberintos.
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El personaje de Bukowski en 'La senda del perdedor', Hank o Henry, que sabe que ser él mismo le va a costar la felicidad... que es infeliz en gran medida por no aceptar ser como los demás. Sólo el azar lo acerca a la literatura profunda; la vida tan áspera y despiadada como siempre. La vida es corta y dañina, dice en algún momento.
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Gombrowitz, 'Peregrinaciones argentinas', del 60 (G. con 56 años, el malvado, retorcido y taimado G. cercano a la vejez). Dos cosas; la decrpción tan acertada del 'buen vivir' argentino, por encima de sus posibilidades y que le llevarán, como de hecho ha ocurrido, a una bancarrota posiblemente más que económica. Otra cuestión más interesante: divide G. a los paises entre aquellos que existen bajo la verdad y aquellos que lo hacen sobre la belleza... argumento definitivo sobre la inexistencia de España... y de cualquiera de nosotros.
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Sin novedad en cuestiones metafísicas. Vacío, inercia, Zamora en el inexistente horizonte. El placer y la inutilidad de leer y pensar. El deseo de una bohemia de opereta. ¿Por qué no es posible la soledad? ¿Realmente no es posible, cobarde? me digo. Peligrosa vía ésta... la exploraré a efectos terapeúticos.
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sábado, 25 de julio de 2009
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