domingo, 27 de enero de 2008

De un libro de Arthur Host

Pasaros unas líneas del librito de A.Host 'Poesía con rabia':


LA MALDICIÓN DE SÍSIFO

Soy monótono, como tú.
Acaso menos superficial,
acaso, o la mía es una simplicidad
helecoidad. Como tú, me dices.
Soy monótono porque son pocas mis ocupaciones.
Soy monótono porque son escasos mis conceptos
y mis palabras, que siempre acaban diciendo
fragilidad, dolor, miedo, temblor,
sangre, yo, vísceras, sexo y amor.
En ocasiones me sorprendo pensando,
masticando sesudamente cómo me va la vida.
El sabor de la saliva, en estos momentos,
es indescriptible, como si fuese carne
descompuesta o semen olvidado.
Salivar la vida, salivarla hasta caer intoxicado,
es lo que en ocasiones hago. Y resulta muy monótono.
Claro que no son mis dientes quienes digieren o maceran
como tampoco mis neuronas, que sólo intervienen
en cosas elevádísimas y sólo contribuyen con ideas.
Se mastica, yo así lo hago, con la médula,
que es las vísceras vivas y desencantadas,
se tritura con el más apriori y ciego sentimiento,
y con esa desalmada voluntad de rumiar piedras.
Será por todo esto que nada me parece claro
y tantas veces ando con miedo y perdido.
Será este absurdo proceder intelectual mío el efecto
y la causa de que yo, como tú, quiero pensar,
seamos tan monótonos y nos hayamos rendido.




El dolor, las lágrimas, las distancias siderales
entre las más cercanas moléculas (¡oh, el bello
abismo entre dos labios rozándose!)
el dolor y el frío secando las lágrimas,
cambiándolas de posición a fuerza de olvido y risas,
derrotado el rostro más fiero y el más infinito Universo
(que no fue capaz de crear dioses sino su maléfica sombra)
el silencio señor de las bellas formas (las más podridas)

y el instante más dulce que avasalla a la Luna con el pudor de una virgen.


La vida, ya te lo dije, no es asunto de amor ni de honor
(y cuando entre las cálidas sábanas nos decimos otra cosa
nos mentimos, pues ese es el papel prescrito).
La vida, e igual me entiendes, es algo más serio;
por favor, quita seriedad a tan seria palabra.
La vida, diga lo que diga el guión, la tuya y la mía al menos,
no es nada ni vale ni pesa gran cosa.
Me explico.
La vida deja de ser un asunto importante, se desnuda avergonzada
de su solemnidad (¡esta palabra sí que es difícil!) cuando retornamos
a la tierra de la que salimos; la composición química del amante
y del cadáver son exactamente la misma.
La vida, ya te digo, ¡tantas veces te he dicho!,

es sólo asunto de poetas.



Me interesan los libros que lees
-ya sabes cuánto disfruto discutiendo
de política, metafísica y medicina forense-
y me muero de dicha con cada uno de tus poemas;
si te soy sincero, a mí me parecen
letras de canciones de Chapman o Sprintin.
Una duda sin embargo me queda siempre.
(No quiero que me respondas ni me la resuelvas,
que es cosa mía, y esto es sólo un poema).
¿Cambiaría toda esa Literatura
por dormir en tus caderas?
En el fondo es que no sé qué esni dónde habita el alma.




Poesía con rabia
en el alma
los dientes de la noche
lechosa de lo eterno
la soledad
frío
el repetido rumor
del fin de los días
santificada
la espera indecisalas fauces pacientes y sordas.




Compasión es la palabra de los héroes derrotados, pues sin derrota no hay heroicidad. Sin tragedia es todo demasiado fácil y sospechosamente ridículo. La compasión es una idea y es un sentimiento, pero es sobre todo algo de antes de los sentimientos y los conceptos que en ocasiones, y muy fugazmente, entendemos.


Os llamarán a filas,
hermosas criaturas de noble egoísmo,
e iréis cantando al son de liras y tambores.
Os llamarán, en apretadas columnas
tocarán a degüello, y contemplaréis la pira
santificada por milenios de un Sol abrasador.
Os llamarán y avanzaréis gritando con los timbales,
vuestra sangre hervida y las cornetas doradas.
Nada he de deciros ahora, yo que también fui
fiel voluntario de grandes ojos antes del insomnio
y sus pesadillas, antes de entender la verdad de la tribu.

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