jueves, 24 de enero de 2008

Sieg Heil! (3)

Por pura casualidad encontré 'Escucha pequeño hombrecito' de Reich. Por 2 eu. Dos horas libres me llevaron a hojearlo y después a leerlo. Valen la pena sus cien páginas en octavo. Por pura casualidad está muy relacionado con lo que he leído a Álvarez (''Sieg Heil!'), aunque con algunas notables diferencias. Ambos coinciden en la crítica al despotismo inhumanizador de nuestra actual sociedad democrática. Coinciden de una manera increible dada la distancia en todos los órdenes entre ambos. Si bien coinciden en el diagnóstico de nuestra sociedad y sus individuos, se alejan infinitamente en el pronóstico. W. Reich es demasiado optimista; es un individualista optimista (por eso cree en lo que él ha llamado el orgón, esa esencia vital y amorosa que todos compartimos). Por su parte, José M. Álvarez es más pesimista en cuanto a las posibilidades del hombre; asume la dimensión negativa e insuperable que desde adentro de cada uno de nosotros imposibilitará cualquier intento de regeneración social sustancial. Ambos sin embargo ven una posibilidad en la sociedad futura. Reich, en la forma de un hombre nuevo que será capaz del amor y la libertad, y por ende de una mejor sociedad. Álvarez en la creencia que una Democracia Liberal Real será la garante contra las tiranías de todo tipo. Álvarez, y creo estar más cerca de él, plantea la cuestión más a la defensiva y escépticamente.

'Listen, little man' [pequeño hombrecito, hombre pequeño, hombre mediocre, o gris, u hombre masa] es de 1948. Wilhelm Reich murió en la cárcel, se le condenó por estafador público y se le tenía por un inmoral, en 1957 a los 60 años de edad. Unas cuantas citas del librito de Reich:

"Mírate tal como eres realmente. Escucha lo que ninguno de tus Führers y tus representantes se atreve a contarte."

"Tú mismo te desprecias, Pequeño Hombrecito. Dices: '¿Quién soy yo para tener una opinión personal, para decidir mi vida, para decir que el mundo me pertenece?' (...) Incluso te explican de diversas formas que tú y tu vida, tu familia y tus hijos, no valéis nada, que eres estúpido y servicial, que se puede hacer contigo lo que uno quiera. No te prometen libertad personal, sino libertad nacional. No te aseguran una autoconfianza humana sino respeto por el Estado: no una grandeza personal sino una grandeza nacional. Y los aclamas calurosamente porque para ti la libertad personal y la grandeza personal no son sino conceptos vagos, mientras que la libertad nacional y los intereses del Estado te hacen la boca agua como un hueso para un perro (...) Te dicen de muchas maneras: 'tú eres un ser inferior sin responsabilidad, y tienes que recordarlo'. Y los llamas 'salvadores', 'nuevos libertadores', y los aclamas 'Heil, Heil' y 'Viva, Viva'."

"Sólo puedes copiar y tomar, no puedes crear ni dar, porque tu actitud básica es reprimirse y escupir; porque el pánico te conmociona cuando el más primordial movimiento de amar y de dar aparece en ti. (...) Eres tu propio policía. Nadie, nadie excepto tú mismo, es responsable de tu esclavitud. ¡Sólo tú, y nadie más! (...) Hubieras vencido a los tiranos hace tiempo si interiormente hubieras estado vivo y sano. Tus opresores provienen de tus propios miedos. Tienes miedo de elevarte, tienes miedo de la altura y de la profundidad. Nietzsche te explicó esto muchísimo mejor hace tiempo. Pero no te explicó por qué eres así. Intentó convertirte en Superhombre, un Ubermensch, para engrandecer lo humano en tí. Su Ubermensch llegó a ser tu Führer Hitler. Y tú seguiste siendo el Untermensch. (...) Rehusas ser un águila, Pequeño Hombrecito, y por eso eres presa de los buitres. Tienes miedo de las águilas, vives amontonado en grandes rebaños y eres devorado en ellos. Ya que alguna de tus gallinas han incubado huevos de buitrtes. Y tus buitres se han convertido en tus Führers contra las águilas."

"El Pequeño Hombrecito no sabe que es pequeño y tiene miedo de saberlo. Cubre su pequeñez y debilidad con fantasías de fuerza y grandeza -la fuerza y la grandeza de otros hombres-. Está orgulloso de sus grandes generales, pero no de sí mismo. (...) Sientes menos tu pequeñez cuando dices 'Judio', con tono de arrogancia o menosprecio."

"No te das cuenta de que eres un lameculos donde deberías ser irreverente y que eres un desagradecido cuando deberías ser leal. Te mantienes de rodillas y te crees estar bailando en el reino de la libertad. (...) No, Pequeño Hombrecito, nunca escuchas cuando es la verdad quien habla, sólo escuchas cuando te gritan. Y entonces gritas ¡Heil! Eres cobarde y cruel, sin ningún sentido del verdadero deber, ese de ser humano y de salvaguardar a la humanidad."

"No eres libre, Pequeño Hombrecito. No tienes ni idea de lo que es la libertad. No sabrías cómo vivir en libertad."

"Se te ha visto el pelo, Pequeño Hombrecito; se ha visto más allá de tu fachada de desdicha y lastimosidad. Se quiere que tú determines el curso del mundo, con tu trabajo y tu esfuerzo; no se quiere que reemplaces un tirano por otro peor. Se empieza a exigir de tí cada vez más estrictamente que te sometas a las leyes de la vida así como tú se lo pides a los otros; que te mejores a tí mismo de la misma manera que criticas a los otros. Cada vez se reconoce mejor tu disposición a adorar, tu voracidad, tu liberarte de las responsabilidades, en resumen, tu enfermedad que hace que este hermoso mundo apeste. Ya sé que no te gusta oír esto, que prefieres chillar ¡Heil! tú, portador del futuro del proletariado o del 'Cuarto Reich'. Pero estoy convencido que tendrás menos éxito que en el pasado. Hemos encontrado la llave de tu secreto de miles de años. Eres brutal bajo tu máscara de sociabilidad y amistosidad."

"Y te dire, ni el kaiser, ni el Zar ni el Padre de todos los proletarios ha sido capaz de conquistarte. Sólo fueron capaces de esclavizarte pero ninguno de todos ellos ha sido capaz de liberarte de tu mezquindad. Lo que te va a liberar es tu sentimiento de honestidad, tu anhelo de vida."

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