martes, 8 de enero de 2008

Un libro sobre Wittgenstein

'Ludwig Wittgenstein' de Norman Malcolm, con esbozo biográfico de von Wright (Mondadori, 1990). El original inglés es de 1958. Ni es un manual sobre la filosofía, o las filosofías, de W. ni es una documentada biografía al uso. Ambos conocieron y trataron a W. y lo que hacen es recordarnos brevemente su relación con él. Las 57 cartas de W. a Malcolm son un testimonio del carácter, pero no de la filosofía, del biografiado. El libro es en definitiva una paráfrasis de estas cartas, que aparecen al final, y cuya lectura justifica el ensayito.
El libro es válido porque se lee muy rápido y te cuenta algunas cosas en primera persona de Wittgenstein, pero en absoluto explica, porque no es necesario para el fin propuesto (aunque sí aparezca como una de las preocupaciones esenciales del filósofo austriaco), ni el positivismo lógico del Tractatus ni el giro pragmatista de las Investigaciones. Eso que le agradecemos a Norman Malcolm. El librito nos da una imagen del carácter 'místico', 'recto', 'introvertido', 'difícil'... 'noble', 'veraz' y hasta 'puritano' de Wittgenstein.

Llaman la atención algunas de las 'cosas' de W. Que repartió su herencia para evitar a los falsos amigos, que participó mínimamente en la vida académica, a la que aborrecía (decía que a los profesores les pagaban para engañar a los jóvenes), que era un lector de pocos y periféricos libros, ente los que destaca San Agustín, que le interesaba vívamente la mecánica... y fundamentalmente que se exigía y exigía a los demás el máximo de claridad y precisión a la hora de hablar de los asuntos intectuales. La claridad lingüística aclararía muchos de los irresolubles problemas filosóficos. En un sentido esto es verdad, por cuanto muchas veces escondemos en un lenguaje farragoso y técnico nuestra irreconocible ignorancia (y nuestra bajeza moral), pero es también excesivamente ingenuo al creer que ciertas cuestiones irresolubles son en gran parte aligerables mediante un uso más correcto del lenguaje. ¡No todas los problemas filosóficos son un problema del lenguaje, ni mucho menos es el lenguaje el problema fundamental de la filosofía!

Junto a la filosofía, el pensar conciencudo y reflexivo como modo de vida, habla W. de la posibilidad de la mística, que es como un estar y contemplar desnudos el mundo asombrándonos de la existencia misma de las cosas y del propio hombre. Este estado excepcional del alma es honesta y positivamente comentado (y añorado o envidiado) por Wittgenstein.

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