El bello sueño, que es el reverso de su pesadilla, del filósofo honesto (que los hay, y yo conozco a alguno) que sabe que la razón, en tanto conciencia, es , por mucho que les deba en su continuo autopensarse, anterior a las palabras, que pueden ser sólo ruido o incluso peligroso ruido.
Que la razón puede razonar irracionalidades. Que la razón, pienso yo, ha de saberse antes que nada un sentimiento y una voluntad... pero no me repetiré con esto...
¿Es posible salir de este demencial laberinto de las falsas o las vacía palabras constituidas en razones indiscutibles? En alguna medida, o puede que en gran medida, es posible, así quiero pensarlo, a nivel personal o de pequeño diálogo casi privado. No veo, como siempre mea culpa, una mejora sustancial de la especie a corto o medio palzo. ¡Ser, hasta inconscientemente, unos trápalas del lenguaje y el pensamiento, dogmático y sociopedagógico, resulta rentable! La decencia y la pobre intimidad, no.
miércoles, 9 de enero de 2008
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