Es importante saber escribir, les cuento por qué y entenderán mi desazón. No sé cómo explicarme ciertos pensamientos y sentimientos, no sé responderme a si la contumacia de ciertas ideas y sentimientos no las despoja, a ellas y a mí, de honestidad. Soy incapaz de hallar la palabra menos inexacta para decir mi cansancio y mi lúgubre monotonía. Termino como un espectador engañado por unos despiadados actores que se niegan a salir a escena. En el Infierno no hay llamas ni azufre sino infinitos espejos. Sin embargo, algo bulle en mi pecho. Vagos, devastadores y saltarines deseos, también de pensar y aclararme, de leer y escribir mis minucias... ¡pero hay días en que es tan certera la verdad que parece un engaño! No hay nada que decir, sino que el problema es en qué y cómo gasto algunas horas para olvidarme de mi truculenta y vacía (perdonen la repetición, pero es espantosamente cierto) personalidad, acaso sólo una máscara que juega conmigo.
Pd: Sándor Marai; por ahora, 80 páginas y 14 años cumplidos, de fácil agradable lectura. Sólo eso. Espero más de él.
viernes, 6 de marzo de 2009
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario