El poeta es un asesino,
un criminal que huye.
El poeta no ama la vida ni la muerte
ni el bien o el mal, ni un bello paisaje
ni canta al amor o al odio, ni a sí mismo
ni a nadie. Son sólo obsesivos recursos.
El poeta sólo ama las palabras, y el frío
más terrible lo convierte en palabra,
y de las palabras siente palabras
como una dulce nada que nos adormece
en mitad de una pesadilla soñada.
No señala a Dios ni a tus bellas caderas
de pelo largo y pechos pequeños
aunque los nombre infinitas veces
con el verso anegado de llanto y deseo.
El poeta es un asesino que huye de la vida
y de sí, sin otro motivo que los versos.
Del poeta, criatura, aléjate como de una peste
que intoxica los más nobles corazones.
jueves, 5 de marzo de 2009
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