Se empeña Pepe en hablarme
de fútbol esta mañana. De fútbol,
de su Real Madrid que goleó (2-5)
al Ath. Bilbao, que no jugó nada mal
(dice Pepe, no sé si para dar más
mérito a sus merengues).
Pepe está eufórico y yo le sigo
la corriente sin ninguna ilusión
ni esperanza en emborronar
algunas servilletas con Dios,
la muerte, tu sexo, la estética
de Panero, la frialdad de Sándor
Márai o la maldición de la memoria.
Cómo le explico a Pepe que no me
gusta el fútbol, que durante la hora
del partido estuve escribiendo fragmentos
de mi diario de naúfrago, y, lo más
importante, que mi equipo de siempre,
como el de mi abuelo y mi padre,
es el Ath. de Bilbao, y que no puedo
compartir su inmerecida felicidad.
domingo, 15 de marzo de 2009
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