Dónde andáis ingenieros correosos de la mascarada, duendes del pálpito multiforme que se esconde y gobierna nuestros días. Diablos locos, otro esfuerzo pero huís multiplicando la bufa risotada del pasado entre las vértebras y la ilusión perdidas. Un alma, no, un no alma distinta, una no risa de satisfacción. Hacer propia la derrota y cobrar, en sexo y libros, los dos sueldos, el de víctima y el de verdugo. Ajusticiar la justicia, derramar la nada sobre mí mismo, sobre mi misma cabeza deforme como en santo bautismo. Confundirlo todo, que se haga la noche dadivosa que todo lo oculta a los ojos más ciegos y más abiertos. Un nuevo sacramento: mantener la mirada y seguir vivos de teología e insana pulsión. Uno, dos, tres, y a la cuarta llama la muerte a tu puerta con forma de sexo. Y le abres... y todo vuelve al inicio.
lunes, 30 de marzo de 2009
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