Pues creo que es eso. Pero no sé qué significa: que somos capaces de detectar la no verdad de las grandes y pequeñas mentiras (a las que por costumbre, cobardía o pereza llamamos 'verdad') sin ser capaces de decir o hacer nada realmente verdadero. ¡¿Qué es lo verdadero?! Qué ha de salvarnos entonces si la consciencia y la inconsciencia llevan al mismo páramo radicalmente insatisfactorio. Lo mismo con la esperanza y la ilusión. Ninguna 'pequeña cosa', artificial o espontánea no es esencialmente afín; es más que ambigüedad; en el juego de aceptarlas y desecharlas de continuo vamos matando tristemente el tiempo. Tú dices una conciencia sin retorno, sin futuro diría yo.
Una conciencia infinita, una voluntad infinita y una bondad infinita, después del supremo esfuerzo de desnudar absolutamente la relidad y a sí misma no encontraría otra cosa que un muro negro insalvable o un abismo negro aterrador. A veces vislumbramos eso... y no sabemos dar razón de ello. Es la verdad, que nada es... Y el resto es silencio, llanto, cobardía, sexo, libros, olvido, etc. Nada.
domingo, 8 de marzo de 2009
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