Alguien, quizá Rimbaud o Trakl,
me enseñó el verso libre. La notación,
el mensaje, la vida desengañados y libres
que exhalan los más fatigados pulmones.
Y sé que las figuras del poema
y las leyes de la métrica son siempre
rencorosas cacofonías. Disimuladas
ilusiones de la belleza, el bien
y la verdad. Del miedo esquelético
que nos mantiene en pie.
Que hacer poesía es sólo contar cosas
y que no importa cómo ni qué. Referirlas
como a la lumbre en una cruda interperie
en el momento propicio, cuando la vida
se desvela toda entera en fragmento,
tragedia e ironía. Cuando narrar
y rememorar son la única opción.
El poeta, queda dicho, es un demiurgo
de la nada y los poemas extraviados artificios.
sábado, 7 de marzo de 2009
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