Y cuando ya nada queda,
nada por decir
y ninguna imagen es imagen de nada
(ningún ciprés es un falo, y ni siquiera la muerte
o el anhelo de Dios nos entristecen)
y el poeta está tan vacío
como sólo pueden estarlo algunos hombres,
cuando el silencio más pesado
se presenta inapelable,
entonces, sólo entonces, te digo,
estaremos tú y yo un poquito más cerca.
Si ese momento llega, por favor, no busques
el porqué o para qué de esa cercanía, de ese calor,
de ese azar, de esa necesidad. Recuerda solamente
que esa necesidad, ese azar, ese calor
y esa inesperada cercanía son lo único
que tenemos y no son eternos.
Entonces serán posibles las miradas más
penetrantes y las lágrimas más dulces.
viernes, 20 de marzo de 2009
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