Tras largas horas leyendo y releyendo A 98-106
y B 165-209 de 'Kritik der reinen Vernunft'
y tras estudiar concienzudamente los más
renombrados comentarios al criticismo (Körner,
Rábade, Cassirer, Villacañas, Vernaux, Deleuze,
Goldmann, Philolenko, Ross y Strawson; sin olvidar
a Hegel, Schopenhaeur, Heidegger y Copleston )
he llegado a mi propia opinión respecto del valor
y alcance de la apercepción trascendental kantiana.
Por supuesto que algunos discreparán de mi interpretación,
pero les aseguro que es la que honestamente puedo comunicar,
y estoy firmemente persuadido de su acierto.
Como se empieza un buen libro, acariciándote
y palpándote toda por fuera. Llevaré mis manos
bajo tu blanca y minúscula túnica casi transparente,
esperando impaciente tus manos sobre mí.
Jugaré con tu pelo largo castaño mirándote a los ojos
para coger tu boca con la mía. Y te comeré a besos.
Besos de labios cerrados y rápidos, y besos de saliva
y muy lentos -para olerte y saborearte y que mi memoria
nunca lo olvide. Entonces caerán las ropas al suelo
y quedarás toda desnuda y te contemplaré largo rato
hasta que te sonrojes y me tires sobre tu cama.
Acaricinado levemente tu cara y tus pequeños
pechos rosados te dejaré hacer y te pediré entera
tu lengua para sorberla. Te quedarás entonces,
entre miles de besos, esperando mis manos.
Con los dedos recorreré tus bordes para detenerme
en tus nalgas y saborearé tu espalda mordiéndote
el cuello y las caderas y bebiendo todos tus centímetros
de blanca piel despierta. Cálida y cada vez más húmeda.
Al final, como un buen vino, degustaré tu sexo.
Muy despacio, hasta derramarlo.
Muchas veces, hasta que mi boca se llene de ti.
Después, tú, haz conmigo lo que quieras.
Realmente pienso que la obra kantiana, su idealismo
trasudoral, está injustamente desprestigiada. Ahora,
tras este poema, pienso estudiar B 165-209 donde
se acalara lo de la esquematización categorial.
sábado, 7 de marzo de 2009
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