Cuando me veas triste, un poquito
más achepado y ojeroso, más callado
y tímido (tímido de miedo, pánico
de criajo rendido, tartamudo de frío
y pena), cuando me veas así, por favor,
chiquitica, no me hables de terapias
ni de las crudas leyes de la realidad
infinitamente alejadas del deseo.
En esos días no respetes mi intimidad.
No seas prudente y discreta, y cógeme
con un beso de película y dime al oído
que me quieres a pesar de ti y a pesar mío.
miércoles, 25 de marzo de 2009
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