El universo en una palabra, en una mirada o en un beso…y también la muerte y sus pequeños anticipos. Qué extraño baluarte son las palabras y el Yo, y qué absurda la inexpugnable fortaleza de la soledad. ¡Qué absurda la fertilidad y la abundancia!
En sus amplísimos e inexplorados reinos, los signos marcan límites y nombran objetos y deseos que como abismal pantano venenoso irán rodeando para siempre ese falso hogar que la costumbre y lo desmesurado han ido levantando tan adentro de cada uno. Será cómico, solemnemente cómico, entonces, contemplar el cansancio y la rendición de este vacío pellejo del deseo. Los silencios más profundos, los que las palabras ocultan y encienden, como un rumor de universo vaciándose. ¡Qué remota y renovada la belleza cuando no le exijamos lo que ella no puede darnos, y que acaso nunca habíamos deseado! ¡Qué difícil, entonces, los besos y las miradas!
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