sábado, 30 de mayo de 2009

Poema

¡Qué pena
que seas esclavo
de la otra vida!
La perfecta,
la absoluta,
la íntegra sin
derivarse,
la del eterno color
de un cielo
siempre el mismo
sin potencia ni inercia.
¡Qué pena!
Pena de libertad,
pena de amor,
pena de muerte
a quien sólo quiere
una vida,
siempre cambiante,
siempre distinta.
¡Qué pena
que habitemos universos
tan distantes
y tan poco amigos,
que tú y yo
tengamos la misma pena
en tan distintas vidas!

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