viernes, 29 de mayo de 2009

Viernes 29 (2)

Yo estoy agradecido, y hasta sorprendido, de que algunos sean mis amigos. Alguien muy particular. No son muchos mis amigos, pero todos comparten su propia y extraordinaria particularidad. Reconoces y disfrutas de las virudes -en general de la forma de ser y actuar- de esa persona, a la que consideras en casi todos los sentidos como 'mejor' que tú. Por eso eres su amigo y agradeces sorprendido que él lo sea. Esta puede ser una buena fórmula de la verdadera amistad, e incluso un excelente criterio de cómo tratar a esa persona, o como encarar junta a ella los dislates de la vida. Respetas absolutamente su rectitud y honestidad, que es lo que de él te atrae, y jamás puedes atentar, sea cual sea tu intención o motivo, contra ella. En ciertos casos, haga lo que haga esa persona (quiero decir que hará lo que no haría la mayoría) sabrás verlo como lo más correcto (¡amigo, tú me has enseñado durante años a distinguir la rectitud!), y sólo podrás animarlo y apoyar su decisión. En plena vorágine no podrás aconsejarlo (salvo que él te lo pida, y siempre muy sutílmente) para que no se sienta presionado en ninguna dirección. Amigo, no te has equivocado, sólo que tu decisión ha sido difícil y dolosa, y cuenta conmigo para lo que necesites.

1 comentario:

josecarceles dijo...

Y conmigo!, no lo dudes.