viernes, 12 de junio de 2009

Comentario

, en eso tan importante del trato con los demás, va convirtiéndose en rara avis la discreción y la voluntad de medida. La prudencia social y la sagrada intimidad (que en nada ha de reñirse con la fraternal amistad) son valores perdidos, y resulta un excepcional placer el encontrarlos. Para ello, ¡fuera televisión y fuera revistillas!, a pesar de las estúpidas leyes -las del mercado y las sociopedagógicas- que fomentan un safio y rentable (económica y políticamente) compadreo buenista. En el Jardín sólo no caben indiscretos casi pornográficos.

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