lunes, 22 de junio de 2009

Lunes 22 (2)

Imposible sacar 40 miserables líneas. Las tengo claras, pero en cuanto escribo me da vergüenza de lo que va saliendo y me paro frustrado. Demasiado relamidas. Hay cosas que no se pueden escribir, o sólo en momentos viscerales, y sólo tal vez hablarlo entre confusas insinuaciones a la barra de un bar con algún amigo (si es sordo, mejor).
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Sólo los pequeños ven grande la miseria y pequeña (y muy peligrosa) la grandeza. Sí, sí, sí. Nietzsche y sus antecesores (los antiguos incluidos). Pero es que a veces se vé tan claro...
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En otro orden de cosas (aunque no hay orden ni hay cosas); espero no haber hablado demeasiado en cierto lugar. Hay que ser frío y calculador. ¡Pero yo no sé serlo! Vocación de malvado y aptitud de imbécil: el filósofo. Eso me ha quedado de la filosofía (como una enfermedad venérea) la ineptitud, la capacidad del estéril.
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Tampoco hay más suerte con los poemas del Host. Tengo que corregirles algunas cosillas. Tienen casi 4 años... y me parecen recargados. Los leo, les saco los defectos, pero no me animo a tocarlos. Son de 'Geográfica del alma', ahora pienso (pero siempre lo pienso, pienso siempre lo mismo; pienso al modo infinitesimal) que son demasiado blandos y optimistas.

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Ejemplo. ¿Cómo arreglo esto tan tierno, tan demasiado tierno de lactante acomodado y satisfecho?:

Que el sol no me abrase ni me regale luz alguna,
que pronto llegue la blanca y fría noche,
y que por mis venas retorcidas sólo fluya roja
sangre cristalina y sin memoria.
Que el alba me atrape dormido y ajeno a los sueños,
que la mañana me confunda y pueda mirarme al espejo
sin verme, y sonreír y gesticular sin alma durante horas
y horas hasta caer prisionero del sexo, las pastillas
o el alcohol.
Que ningún libro me recuerde lo que debe ser olvidado.
Que ningún amigo ni hermano me arrastre al torbellino
de la verdad de dientes amarillos y ojos amarillos
que tanto temo.
Que no olvide nunca todo lo que he de olvidar.

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