lunes, 9 de marzo de 2009

Frío

Hay días especialmente fríos. Peor que levantarse sin ganas o que arrastrarse durante horas carcomido de insatisfacción e impaciencia, peor que todo eso es sentir ese día, hora a hora, como símbolo indiscutible de tu existencia entera. Ya vendrán momentos menos ácidos, y hasta puede que esta tarde me anime leyendo a Marai y A.González. Puede ser. También me da ánimos saber que mañana, como aquel que dice, no habré de soportar a mis insoportables condiscípulos. Todo empezó torcido; antes de las 6 ya estaba en la cafetería con la cabeza bien lejos y resacosa (resaca de sentimientos y palabras mal fermentadas). Después, en días así tan en la cuerda floja, un sólo gesto de frialdad o de huída te traspasa hasta la médula y te dejan tambaleante. La vida, qué cosas. Con lo insoportable que es tantas veces Marco Aurelio y lo que lo envidio en ocasiones: un alma fuerte, templada; sacar pecho y tragar saliva. Risas y cínica actitud. ¡Ya estamos con lo del cinismo, pues sí que me ha dado! Mejor no seguir.

Sándor Márai: en la página 196 he encontrado las primeras líneas realmente valiosas: su ser nómada y dolorosamente apátrida. La patria es la patria, y es Dios, y es la familia, y son los amigos, y son los libros, y es uno mismo (que no termina de cansarse realmente de sí). Qué esfuerzo titánico y hueco. ¡Se suicidó a los 89 años!

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