jueves, 19 de marzo de 2009

Horror

He cometido un error, y estoy pagando las consecuencias. La culpa es mía, y sólo mía. Y mira que lo sabía; que no se debe volver sobre los propios escritos. Y ahí fui yo a releer mis 'libritos' de poesía. Qué bochorno de insuficientes y afectados. Recargados, ininteligibles, feos, la mayoría simplemente horrendos. ¿Qué hago ahora? Dos veces en mi vida he quemado casi todo lo que hasta entonces había emborronado... y después me arrepentí. No por la calidad, inexistente con total seguridad, de los escritillos sino por el personaje que los escribió y que cada vez se halla más alejado. Uno termina no siendo dueño de su pasado que acaba literalmente aniquilado; esa mala pasada nos gasta la memoria y la voluntad. No puedo borrar mis indigestas y antiestéticas cuartillas, y dejarlas en paz es no descansar yo ahora. ¿Qué opción tomo? ¿Tendré fuerzas para expurgar cuatro cosillas y el valor de empaquetar en un rincón el resto? ¿Es esto honesto? ¿Por qué el pasado a veces vuelve sanguinario y a traición? ¿Son menos caníbal y anoréxico el futuro y la esperanza? Me temo que no.

1 comentario:

Martín López dijo...

Guarda y que juzgue el tiempo. No hay otra. Nuestros escritos son actos, documentos de nuestra memoria que no juzgamos, que nos juzgan. Yo qué sé...