martes, 24 de marzo de 2009

Leído, comprendido...

... e imposible de compartir. Si fuese tan fácil, amigo, y saber la verdad desnuda y absoluta de todo, sentir la verdad esférica y saciante de una indeterminada cadena de causas, efectos y azares, si fuese tan simple, te digo, amigo, que leería a Spinoza. A la edición de Porrúa le tenemos cariño, ¿verdad?. Leería a Spinoza y me esforzaría feliz por entenderlo. Más me complacerían los escolios, más dubitativos y humanos, menos de manual, donde aparecen a la intemperie el alma y el corazón infantiles del racionalismo y las Ilustraciones. Comprendería a la luz de una razón vencida pero soberana, como si yo fuese un dios desterrado, la realidad y mi lugar en ella, y me acomodaría en feliz resignación; entendería a Spinoza para hacer un sitio en el Ser a la Vida y al Pensamiento, como si la Vida y el Pensamiento fuese acciones neutras, meros reflejos inocuos de la Eternidad. Como si hubiese alguna trascendencia. ¡Cómo si tuviese sentido que hubiese cualquier trascendencia! Pero mis vísceras, derrotadas pero soberanas, no se resignan a tan noble fin. La nobleza, cómo te lo digo, no está en mis manos y no basta con afectarla. Por eso, amigo, lo más universal, solemne, consolador (asumir el terror nos reconforta), como la saliva de un cadáver, es ajeno a mis entrañas. Mis entrañas, futiles, laberínticas y autodestructivas cuando las pones a prueba, son mi realidad; son sólo un accidente, sí, un reflejo sin valor del Universo; pero bien pensado ¡el Ser, el Universo, Dios, etcétera, no son sino accidentes de sí mismos...! o simplemente de nuestros conceptos y miedos y cansancios, me temo. Aunque lo que dice Spinoza (mejor Marco Aurelio que me es más fácil) sea cierto, que no lo dudo y yo también he experimentado la inapelable visión extática de la nada en el ser, aunque yo estuviese convencido de la verdad de Spinoza, amigo, nada significaría para mí. No me entristece ni me alegra el estoicismo o los spinozismos, ni me dan más libertad ni me la roban, sólo que no es la verdad y una tregua lo que busco sino una continua agonía sin sentido que deje lugar a mis deseos epicúreos y me permita, de verdad que siento repetirme, no engañarme ni avergonzarme demasiado cuando me miro al espejo.

Pd (muy poco sensata): mis pasiones son mis limitaciones y debilidades, por supuesto, pero el Universo -o el megauniverso spinoziano- no son mi libertad ni mi fortaleza.

Pd (2): tal como ha ido la conversación, me temo que soy incpaz de distiguir a Platón, el Estoicismo, a Santo Tomás, a Descartes, a Spinoza, a Kant, etc, etc. beatos de la Humanidad (sic).

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