martes, 11 de diciembre de 2007

16 aforismos

I
Para comprender tu existencia, olvídate de ella. Pensar, reflexionar, es socavarse, autodestruirse e imposibilitarse para existir. Actuar y sentir, la vida y sus sentimientos, no son tan arriesgados porque las acciones y los sentimientos llenan el tiempo y la distancia entre tu vida y tu alma –entre tú y tu sombra. La filosofía amplía peligrosa y mortalmente esta distancia... y entonces me viene el vértigo de ser o de no ser, y sólo puedo pensar en salir huyendo para siempre.


II
Cuando el silencio te haya hablado y tus ojos sean también crueles, concede la victoria a tus sentidos; entrégate a cada soplo y concédete ser tu sombra y su reflejo; el silencio entonces te abrirá al amor que nunca te acunará.
Después, ahora, alma mía, sombra viva de tu sombra viva, se ancha y ancha, sé agua, y árbol, y ruiseñor, y firmamento; que te alcance la vida sin tiempo y que te meza.
Mañana sí, ensánchate como un Dios Impotente y Puro sobre las cosas pensantes y alcanzarás esa alma tuya que ahora necesitas olvidar.


III
Diálogo.
Harry. –Todo es trágico.
Pablo. –No, todo es irreal.
Alguien. -¿Es que Harry no piensa?. ¿Es que Pablo no siente?.
Otro. –Es que Harry aún es persona. Es que Pablo aún es lobo.

IV
Cuando deja uno de creer en sí mismo, deja de producir y de luchar. Incluso de hacer preguntas y de responderlas. Pero debiera ocurrir lo contrario, ya que justo a partir de ese momento estás libre de ataduras para aprender sin palabras lo verdadero y para asumir tu humano corazón. Para discernir lo que es real de lo que no.
Pero una vez agotada la creencia en el propio juego de las palabras, las lágrimas y los silencios, pequeña Dora, es la propia voluntad la que se ha perdido para todo, aunque es en este momento que estás más cerca de la verdad que nunca... Puedes creerte el Héroe trágico que muere enfrentándose a su Destino, matándolo.


V
Cuando, furioso por haberme habituado a mí mismo empiezo a detestarme, pronto me doy cuenta que es peor, que al odiarme refuerzo aún más los lazos conmigo mismo. Mi alma y mi sombra se funden en mí y alcanzo la certeza de que no soy casi nada. ¿Y entonces?.


VI
He vuelto a sentir el pánico y la miseria del Eterno Retorno.
Creí haber llegado al límite, haber apurado hasta el fondo mi alma sobre este mundo sin fondo; me convertí en mi desánimo y mi dolor. Gracias; de pronto he descubierto que siempre se puede caer más bajo aún, hasta la última e inalcanzable gota, que no todo está perdido, que siempre puedo hundirme un poco más y apartar el peligro de la mediocridad.


VII
No creo en el Paraiso. ¿Por qué entonces tengo nostalgia de él?. ¿Por qué estoy triste?. No me lo explico, vive en mí desde siempre (¿será mi sombra?), estaba en mí antes que yo. Al morirme perderé triste cuanto he dudado y he sufrido... otros, como yo entonces, heredarán un alma y una sombra.


VIII
Cualquiera puede ser filósofo un momento. Más difícil es conocer la Tristeza durante todos las horas y todos los días. Es mi destino imposible construir desde aquí un puente hasta la Nada que se me resiste.


IX
Cuando las palabras han dejado de vivir, y con ellas el mundo y todos sus reflejos, entonces alcanzarán su significado; libertad (¿acaso el espasmo de la cola de lagartija recién cortada?).


X
¿Por qué he de morir?. Porque es mi destino. Pregunta estúpida y ya sin interés.
¿Por qué he sido nacido?. No lo sé. ¡Abismo impensable!.
¿Cómo he de vivir?. Desviviendo, a la contra, kantianamente, exprimiendo mi alma (lágrimas y palabras), y exponiéndola (la Risa Inmortal).
¿Por qué he de vivir?. No lo sé... sí, lo sé... para hacer del suicidio un arte.


XI
Las únicas palabras humanas son las que se han de decir al oído del moribundo; ni filosofía, ni poesía ni silencios. ¿Será acaso el amor y compasión humanos lo único decente?.


XII
El Silencio sólo se escucha entre las palabras y las lágrimas. El Silencio muere cuando ellas.


XIII
Mi capacidad de decepción (dolor, tristeza) sobrepasa a mi lúcido entendimiento. Así, comprendo la vida pero no la creo ni puedo seguirla. ¿Qué haces aún aquí, farsante?.


XIV
Automentira piadosa.
Para no tener que resolverlas, he transformado todas mis miserias en miserias teóricas. Frente al Ser y frente a la Nada, por fin respiro.


XV
Suprimí de mi vocabulario todo el vocabulario, palabra tras palabra. Terminada la destrucción, dos sólo sobrevivieron: Soledad y Tristeza.
Me desperté colmado.
Después, ahora, sueño de todas las formas todas las palabras.



XVI
Nunca Dios ha dispuesto de tanto poder como yo ahora, pobre diablo que pienso en matarme.
En el punto más bajo de uno mismo, cuando se ha tocado el fondo y se ha palpado el abismo, uno se ve reanimado súbitamente –reacción de defensa o de ridículo orgullo- por el sentimiento de ser Dios. El aspecto grandioso e impuro de la tentación de dar todo por terminado.

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