domingo, 16 de diciembre de 2007

Religión y política II

Resumen muy resumido. De la posibilidad, de la necesidad y del derecho (legal y moral) de cualquier religión a ser tenida como un interlocutor válido para las cuestiones sociales y políticas, no sólo las de la administración de los asuntos comunes, sino para proponer sentidos, metas, utopías sociales, y las leyes que a ello nos acercarían. La religión como tal no debe intervenir en los asuntos políticos porque en cuanto se institucionaliza su participación (por muy lévemente que se quiera) el pensamiento religioso dogmatizará e intentará imponer sus propios criterios. Una religión que se precie (no una devaluada a lo preta porter que termina siebdo una mera excusa para los planteamientos políticos correctos) nunca pactará y consentirá con las cosas del siglo. Este perverso, por bien intencionado, dogmatismo es común a todos los ismos actuales, que en poco se diferencia de lo religioso.
Continuación: de la doble verdad, o del alma del creyente comprometido con su época. La doble verdad, por supuesto, es la forma de la verdad (aunque habría que decir la múltiple verdad). El corazón frente a la razón dialogante. La materia, las vísceras, frente a la imprescindible forma de la racionalidad posible. Se trata de reconocer que esta razón Sagrada e Impervertible ha de nutrirse en su hacer real de dicho corazón. No necesariamente el sentimiento ha de ser dogmático; un alma (un corazón) derrotada y despierta sabe que no hay solución pero sí respuestas posibles en este perplejo deambular que es la vida. El uso formal de la razón sólo es posible, si no queremos acabar en un Universo Mecánico y Totalitario, desde el reconocimiento de la palpitante verdad de los corazones humanos. Un solo límite ha de ponérsele al corazón; la inviolabilidad de las reglas del diálogo racional. Las propias leyes positivas (respetadas como Sagradas) y la decencia y humildad de cada corazón impondrán dichos límites. No sé -me temo que no- si esto es posible, pero las alternativas son infinitamente más frías e inhumanas.

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