miércoles, 19 de diciembre de 2007

En directo

¡Qué miedo me da esta tarde con la única compañía de un bartman amigo y mis quebrados recuerdos! Siento, con el rubio cristal en la mano, el aliento inapresable de cuánto me falta. ¡Qué mordisco lento y profundo que nunca va a acabar! Me agarra por el pecho (mejor no pensarlo que la garganta me estalla). El amor no dado. 2.500 días de amor no dado. ¡Cómo quisiera estar ahora contigo, niña de 11 años, y que fueras mi cómplice! Me consuela tu indiscutible felicidad y sigo confiando en mis fuerzas, que son también una forma del amor. ¡Pero esta tarde ya casi sin luz que nadie ponga a prueba mi fuerza, que me hundiría hasta el más lejano infierno! Quisiera olvidarte esta noche en que has encallado como un inocente acero en mi cuerpo empapado. En otras circunstancias sería posible volar lejos, pero no ahora, ahora no, con mi otro mundo ausente y mudo ; Cris no está, ni Javier, ni Martín, ni el polaco, para engañarme. Tampoco estás tú, niña renacida y enamorada, para hacerme interpretar el más vil y cierto papel. Suena, desde esta artificial barra, la FM, pero yo pondría a Albinoni para descerrajarme llorando y acabar este poema, para llorar de pura pena y puro dolor, y reír después (que la biología es homeostática), para escapar en el sueño. Queda diezepan en casa, de Cris, supongo que valdrá para dormir y no soñar.
El poema, mi infiel conciencia, se va... y cómo escuece la barra y la opaca cara del bondadoso Carlos. ¡Llamadme esta noche, decidme que el mundo sigue girando y que eso es importante! Háblame libros y de ritos kantianos, háblame de Íbico (todavía irreal), háblame leve y pacientemente de tus padres y de tus rocas, y escucha mis tímidas sandeces. Pedidme un infinito. Pídeme mi cuerpo, con muchos, muchos besos (pero no quiero mensajes de compasión o desprecio, y por eso no te llamo). Todo os doy esta noche en que estáis tan mudos. Pero no me habléis de mi bichucho, que me duele hondo, demasiado adentro para decirlo.
Quiero estar en tu mundo Imperial, quiero verte al ordenador y con el libro de cuentas a la mano, quiero comprar libros contigo, quiero verte reír adusto humano (más alma, a tu pesar, que biología), quiero tu cuerpo (que es imposible, y ya no es lo mismo), quiero que pase esta nefasta noche. ¡Quiero estar contigo niña infinita de padre perdido!
Necesito una llamada vuestra, para decir sólo 'cómo estás' y responderos que bien, gracias, y hablar de las otras cosas sin importancia. Os necesito en esta derrota. Mañana será otro día pero ahora es la realidad y nada la salva.
Qué frío a las puertas inhumanas del bar. Qué frío hasta la casa, aquí al lado y tan lejos. Qué miedo, que miedo ahora en la fría casa vacía. ¿Dónde estoy? ¿Dónde estáis hoy, ahora? ¿Dónde está mi niña de 11 años?

Perdonadme, amigos. Nos vemos, como casi siempre, en otro planeta.

No hay comentarios: