lunes, 24 de diciembre de 2007

Deutches Requiem

Del volumen 'El Aleph', uno de los escasos relatos realmente geniales. La confesión amoral pero no cínica del aristócrata von Linden sobre su activa participación en el genocidio judio, por la que ha sido juzgado y condenado a muerte. Persona culta, sensible, autoconsciente de lo que hacía y del proyecto nazi del que fue parte. Referencias inevitables a Nietzsche y Spengler; el hombre antiguo enfermo de cobardía y anorexia existencial (el insufrible buey entontecido y feliz que se cree el personaje principal de nuestra tragicómica Historia) que ha de ser sustituido por el Superhombre que lucha, sufre y asume su destino. La superación de la compasión como única posibilidad de un ser humano realmente distinto al mezquino cristiano impotente y egoista.
La derrota de Alemania, como el ahorcamiento de von Linden, es circunstancial, pues las potencias vencedoras han asumido el ideal de la fuerza y la violencia contra el mundo administrado y los antiguos y vaciados principios (democracia, cristianismo...).
El sufrimiento de von Linden, al que repugna como individuo bautizado y educado en lo antiguo su 'bestial' hacer en el campo de concentración de Tarnowitz, así como la derrota de Alemania, el verdadero holocausto, son el precio a pagar por un Humanidad Nueva. Su ensañamiento alevoso y amoral con el gran poeta e inmenso hombre David Jerusalem es lo que significa.

Dos comentarios, tal vez tres. El vaticinio de von Linden (y puede que de Borges) no se ha cumplido. La Nueva Europa sigue en la inercia y superficialidad desenmascaradas por Nietzsche y Spengler. Y también por Platón y Kant...
La violencia radical, la voluntad, la vida saludable y aristocrática, no son suficientes para acabar con la enfermedad de la Compasión, sino, posiblemente, una de las formas que adopta tan laberíntico e insuperable sentimiento. En esto Schopenhauer fue más honesto o perspicaz que Nietzsche.

Actualidad. Sobre el totalitarismo. Augurio: no serán motivos metafísicos ni sentimientos muy elevados (¡ilustrados!) los que nos lleven a una era totalitaria, sino el más vulgar de nuestros instintos. La supervivencia placentera que exigirá una capacidad administrativa incompatible con la verdadera Ilustración.

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