domingo, 30 de diciembre de 2007

Moral

A vueltas con lo de la moral, o el carácter deseable -según el fr.119 de Heráclito. La imposibilidad real del deber ser, la lucha de nuestros instintos y nuestra conscupiscencia (que ya recordó Platón, es del alma) contra el deseo moral. La necesidad, para algunos, de un dios, de cualquier dios, que justifique y explique la moral y su insuficiencia. La reducción de lo teológico a lo sujetivo-moral.


Irreprochable esta lectura de Heráclito, y de cualquiera que se plantee la posibilidad de una forma más ideal de existencia. ¿Dónde está el problema? ¡En esto consiste la moralidad! Igual resulta que el gran logro desde Heráclito hasta hoy ha sido el de no confundir la vacilante e irrenunciable moral con la dogmática y estúpida moralina.



También asoman los inconfesables y universales fantasmas, miserias, de Heráclito. Pero esto nada nos dice, como tampoco son importantes los de cada uno de nosotros. Una moral, no a la contra sino a pesar de esas indecibles miserias. La historia, tal vez, ha mostrado otro rumbo más hipócrita.



Va de griegos. La tragedia, la hybris y los límites de lo humano. Ese es el pecado, creer que el más allá del ámbito humano no es habitable. Más allá de la sujetividad está la sujetividad. Cálida. Que no nos encarcele una fría, falsa y miedosa idea del hombre/dios.

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