Describir un escenario infernal; innecesariamente cruel; absurdo, maquiavélico. O no tan destructivo; el individuo mantiene su capacidad y autonomía espirituales y puede dedicarse a observar para suponer profundidades del alma humana. Imposible reducir a ninguna tipología el maremagnun de caracteres y motivaciones.
El observador se cree, ¿por cuánto tiempo?, al margen de los casos más espeluznantes, repulsivos y grotescos. El castigo para el espíritu noble y elevado es preguntarse para qué y por qué. Sólo la propia animalidad o la más útil de las locuras pueden salvarnos. Pero, ¿para qué salvarnos, para qué constatar la infinita variabilidad de la imbecilidad y ruindad humanas?
viernes, 3 de octubre de 2008
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