martes, 21 de octubre de 2008

Humanidad

Como Sócrates. Una débil argumentación, todas lo son, junto a una férrea voluntad de justicia y virtud. De honestidad, de no desear a nadie el mal que para ti no quieres. De humanidad, de sufrimiento, de ver reflejado tu propio y absurdo dolor en el dolor del otro. De no avergonzarte de ti mismo ante el espejo. De saber que has hecho lo que has podido sin esperar ningún beneficio. Dejar de considerar la existencia como si fuese eterna y contemplarla -triste, lúcido y templado- como un absurdo escenario al que no le hace falta tu mezquindad ni tu mercantilismo sentimental. Que el mundo, la humanidad, sería más grosero si tú te guiaras por sus groseras normas egoístas y miopes. Que la nada es un poco más llevadera desde la bondad y la compasión.

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