La trilogía del absurdo son 'Calígula', 'Sísifo' y 'El extranjero'. Eso dice Camus; a partir de ahí son, dice Camus, obras de la libertad. Leyendo a Lottman se entiende mejor la importancia de lo mediterráneo, de lo luminoso fortalecedor. La alegría del sur, que es también el sitio más mísero. Pero cuando el asunto inesquivable es la propia existencia, la propia miseria, la dimensión social y la política desaparecen. Esto se le ha criticado hasta la saciedad y yo no lo haré. Esta paradójica ´doble dimensión hacia afuera y hacia adentro está y es reconocida por Camus. Su solución es dar lo mejor de sí cuando se encuentra (eso no depende de él sino del azar) en una u otra disposición.
También se le ha reprochado al autor argelino su carácter español. También lo ha reconocido; 'castellano' dice él. Frío y distante, soberbio y orgulloso en el mal sentido. También es paradójico conllevar este carácter junto al extrovertido y bullicioso del habitante mediterráneo. Ambas cosas están en sus obras.
A él le gustaba referirse en sus diarios a 'El extranjero' como 'el indiferente', y creo que es un título más apropiado. La indiferencia sobrehumana de Merssault nada tiene que ver con la posesión o pérdida de ninguna patria. En todo caso, extranjero en todos los lugares. Cuestión abierta: veo mucho de Zaratustra en el hombre absurdo, un Zaratustra menos ingenuo y satisfecho pero el mismo hombre solo con 'su' Universo a sus espaldas.
Pd: tengo ganas (irrefrenables) de leer 'Consejos a un escritor' de Chejov. Cartas sobre literatura. Espero no empezarlo hasta acabar el Lottman.
miércoles, 29 de octubre de 2008
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