Sí, el infierno está aquí. ¡Pero qué pocos lo reconocen y sufren! Habrá que buscar, via baculum, un ifierno más infernal, y así hasta el infinito, que a todo nos acostumbramos incluso sonrientes.
La Vida, dicen. Prepararse para la muerte. Prepararse para la felicidad. ¡Pero no hay preparación posible! Un lúcido deambular encogido y frío salpicado de instantes de olvido.
No se puede abominar de la ortodoxia y al mismo tiempo optar por la menos (aparentemente) nefasta. Todas lo son en igual grado. ¿De qué sirvió que Gide o Camus o Koestler denunciaran a mediados y finales de los 30 el stalinismo? Es más fácil y justificable (autojustificable) el espíritu de ortodoxia que el de soledad o libertad de pensamiento y acción. Los pobres (o los musulmanes argelinos, o las ballenas y los pingüinos verdes) como coartada Escolástica para la maquinaria asesino-purificadora religiosamente anhelada.
Vivir ensucia. Perfectamente expresado. ¿Y ahora qué?
domingo, 26 de octubre de 2008
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