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¿Es justo -inteligente, honesto- calificar de inmaduro al intelectual o al artista que se centra demasiado en sí mismo? ¿No será la trascendencia del propio yo existente, amén de imposible, un disfraz o una coartada para la cobardía?
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Ciertamente, la esencia del pensar consiste en tantear o iluminar -un poquito, sólo un poquito- las emociones más básicas del propio individuo. Quiero decir, cada uno las suyas. La esperanza, el miedo, el deseo... Para superar lo cotidiano y vulgar no es preciso 'superar' el propio yo [vacío]; en este sentido acepto el arte como trascendencia.
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De Camus, citado por Lottman, de una carta de juventud a su novia extraterrestre: "...la única respuesta que se nos dé será un frío silencio que nos levantará contra Dios y contra el mundo y tendremos que armarnos de mucha piedad a fin de vencer a Dios..." Casi el Sísifo de veinte años después. Aún es Dios el cosujeto de la experiencia, y aún es el lenguaje y la actitud del hombre demasiado belicosos.
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