sábado, 14 de febrero de 2009

¿Alas? para qué

Qué más da si es un desierto o arenas movedizas o un abismo lo que a nuestros pies tenemos. Más grave es que no tenemos ni podemos tener alas -y ni siquiera las queremos, por aquello de seguir siendo uno lo que es- que nos permitan escapar... ¡hacia otro desierto o abismo, no menos desértico y abismal, sobre nuestras cabezas! Esto es lo realmente grave, que no hay respuestas y que callar las preguntas no evitan el escozor. Al igual que el rey Midas, resulta que hagamos lo que hagamos, deseemos lo que deseemos, lloremos o riamos, todo, ¡todo!, cuanto nos rodea en las cuatro direcciones es inmediatamente convertido en un inabarcable e indomable Desierto.

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