martes, 3 de febrero de 2009

Digo yo

No es sólo la muerte final, inteligible desde el cansancio o la biología, sino la muerte absurda a cada paso. Y antes, el sabor del cáliz, el miedo. El miedo al miedo. No es a Dios, es a Román a quien Denissa añora infinitamente. Es lo irrepetible e íntimo de la vida. No he sabido decirlo. Román y Denissa no son ejemplos de ninguna ley universal del corazón humano, son sólo ellos. Yo compuse una pobres letras para decir lo que deseé sentir, no un sentimiento de Dios sino del hombre [Luis]. Quizá es el sentimiento de la inexistencia de Dios... pero creo que tampoco, que aunque creyese en Dios, lo de Denissa y Román no debiera ser asunto suyo.

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