viernes, 20 de febrero de 2009

Filosofía II

Los filósofos confunden el deseo y la realidad. En cierto sentido bochornoso son unos grandísimos poetas, o como unos inmensos niños pequeños. Me explico, aunque no debiera hacer falta. ¿Puede algún kantiano explicarme, con la Vernunft en la mano, qué diferencia lo viscoso visceral y honesto de la sacrosanta Razón kantiana, que no es el entendimiento sino un incondicionado e indefinible y cambiante (y honesto) cúmulo de deseos y dudas y frustraciones y esperanzas de cada alma individual? No basta con la palabra 'Vernunt' para salvar lo racional de las garras de la vida y del propio alma fugitiva y agotada.

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