jueves, 19 de febrero de 2009

Sobre el kantismo

Para ser una persona decente, para no engañarte ni avergonzarte demasiado cada mañana ante el espejo, ¿necesito tener claramente establecido un código de comportamiento, a ser posible que conceda lo menos posible a la vitalidad -truncada, pero este es otro asunto- que en mí encuentro? Vitalidad en el sentido de no desear, en lo posible, ultramundos ni caer prisionero, en lo posible, del mundo y de uno mismo tal cual.

Mi respuesta es que no. La honestidad es una labor inacabable, y su único punto de toque es la propia conciencia con sus culpas y sonrojos. No es un 'dejar hacer' ciego, sino lúcido... y por lo tanto, esta es mi creencia, autoexigente e impredecible.

Pd: no he hablado ni de la Felicidad ni de la Libertad, de las que acaso conocemos sólo sus sombras o despojos. Cuánto valen, cuánta libertad y felicidad es posible en mí es un asunto importante, pero no el principal. Lo primordial es ser, ir siendo lúcida y honestamente... Repito: ego sum, ergo ego volo et nolo.

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