miércoles, 11 de febrero de 2009

Experiencia mística

Vengo del fisioterapeuta. Vuelvo más estoico, más reconfortado con el no dolor. La acrobacia espiritual ha sido fácil. Antes de tumbarme en la incomodísima camilla mentolada he situado mi alma entre el esternocloidomastoideo y la vertebrilla segunda, que no sé cómo se llama. El distensán, y que hoy estoy un poco avergonzado de mis límites, harán el resto. ¡Hijo del Dios por unas horas! (Y sin haber pasado por un privado de monjas o frailes) ¿Si doblo el distensán alcanzaré la divinidad misma? ¿Si pido perdón, siempre hay motivos para ello, también vale?

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