martes, 18 de noviembre de 2008

Ante notario

Ya sé porque no soy filósofo, y renuncio explícita y cabalmente a tan honesta vocación: porque me interesan mis vicios y mis taras, porque me preocupa -lo siento como un crimen de lesa metafísica- el haber engendrado, porque me atrae el sexo imposible y la amistad difícil, porque me da miedo la muerte (por mi exceso de deseo de vida; el principio de inercia es mi estado natural), porque me asusta mi miedo y me hiela mi frío.

Pd: debería existir Dios, y además el Dios de los católicos, para poder asesinarlo y tener un motivo absoluto de arrepentimiento. Después, pues de cualquier manera Dios es Dios, el Dios resucitado de mi asesinato debería perdonarme y darme la felicidad eterna. Aclaración paradójica (o no tanto): no entiendo ni deseo eso de la felicidad eterna, pero al mismo tiempo sé que es eso lo que debiera desear para, de algún extraño modo, 'completarme' o, para decirlo mejor, acabar el chiste cósmico.
Pd (2): sigo con el Sartre y con el Horhkeimer.
Pd (3): no me queda más remedio que empezar esta noche la última de don Savater.

No hay comentarios: