viernes, 14 de noviembre de 2008

Varia (10)

El mayor desatino. Gastar la vida intentando encontrar un sentido y una belleza al mundo y a uno mismo, sabiendo de antemano y aciencia cierta que ambos, el mundo y yo mismo, me resultan insoportables. Tal vez, me digo sólo para seguir escribiendo esta breve nota, por estos enfermizos e innecesarios lares -yo mismo y todo lo demás- se halla el secreto de la Literatura.

El misterio de la Literatura. Si me quedo, embelesado y horrorizado, a sus puertas el secreto se escapa y el arte se torna vacío y opaco. En cambio si me adentro en ella, en la Literatura y su enigma, como en una niebla que a la distancia parece impenetrable, no quedan más que palabras sin sentido y molestas.

¡No exijas demasiado a tu alma! Confórmate en conformarla a tu indómito cuerpo, que de nada es culpable, y a complacerse en la fría superficie reflactante de las demás almas, que son tan culpables como tú.

En 'Las palabras', fórmula cínica de Sartre, a la que por cinismo no me adhiero: "Eran tales mi orgullo y mi desamparo por entonces que quería o morir o ser necesario para la tierra entera."

Más del medio teutón. ¡Aclarar, humanizar la palabra necesidad!: "...ni la libertad que exalta ni la necesidad que justifica."

Del mismo: "Se escribe para los vecinos o para Dios." Ahora sí que todos los gatos son pardos; ¿acaso podemos honestamente distinguir entre los otros, Dios, la Nada o yo mismo? De todas formas, esta cuestión no la cierro y sigo rumiándola.

Una boutade poética del ínclito alsaciano: "¿para qué contar cómo termina una historia si se ha perdido el comienzo?"

La última, también del amigo del sargento Beauvoir, para mi mala influencia ético-docta: "Al deslizarse sobre esta substancia incorpórea que es el texto, mi mirada no era más que un minúsculo accidente superficial, no desordenaba nada, no desgastaba en absoluto. Yo, por el contrario, pasivo, efímero, era un mosquito deslumbrado, atravesado por las luces de un faro."

Pd: ahora a por 'El pesimismo en nuestro tiempo' (de 1971) de Don Max Horkheimer.

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