Me gusta la idea. El 'mito de la caverna' como un mito de creación. Al modo de Eliade, de creación de un cosmos metafísico, hogar del espíritu del hombre. También, pero menos persuasivamente, al modo de Vernant y Dumezil como un mito de autoridad y poder 'ilustrados'. Un rito de paso, para acabar, más purificados tal vez, donde habías comenzado, pero más triste y cansado. O una creación artístico romántica, a lo Schopenhauer, con resabios cristiano órficos. O más fácil y convincente para mí; el más poético e hybrido experimento de abolir al hombre, de añorar y negar su trascendencia.
Pd (a posteriori): lo del despliegue de la sujetividad racional como cálculo instrumental/cosificador planificado está muy bien, y no me importa que lo haya dicho don Martín, el malo no el bueno, Heidegger quiero decir. Pero... visto a posteriori es verdad que Platón ha significado eso, pero no sólo eso. Independientemente de como el propio Platón se representase su labor y de cómo Heidegger o Horkheimer lo valorasen, es indudable el espíritu poético volador con que muchos lo han aprovechado. Una lectura negativa de la caverna, no dialéctica ni política ni a lo 'Génesis' dominador. Kant se le acerca al hablar del 'pensamiento' como un deseo del alma, como un hastío de lo limitado y necesario, de esta tierra, independientemente de cuánto la hayamos dominado técnicamente e independientemente de que no haya otra. La Nueva Atlántida no es de este mundo, y tampoco algunos de los sueños de la razón. Volar en el vacío, tristes pero orgullosos, a eso nos enseñó Platón y también casi Kant.
Pd a la pd: otra cosa, ¡qué le vamos a hacer! es que las lecturas poéticas también nos parezcan insuficientes, y que prefiramos a Rimbaud o a Pessoa a Platón y a Kant.
miércoles, 19 de noviembre de 2008
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